¿Por qué «C» de Contenido?

El contenido es el rey, la conversación, la reina… Durante los últimos meses hemos podido leer o escuchar con frecuencia esta frase, o alguna parecida. Los que las escriben o pronuncian se basan en que los usuarios de nuestras páginas, nuestros clientes, nos seguirán, interactuarán con ellas, o se convertirán en fieles, si encuentran en ellas lo que buscan.

He trabajado durante 8 años en la web de una multinacional del sector de Distribución comercial. Una de esas webs con miles de usuarios diarios, millones de páginas vistas y de descargas. He visto cómo el crecimiento de todos esos ratios aumentaba más que linealmente cada año, a veces exponencialmente. Y también he visto cómo, de pronto, un video concreto producía más descargas juntas en 1 semana que otros 10 en 1 año.  O cómo, en el momento en que la información de un producto buscado frecuentemente por los clientes estaba disponible, las visitas se disparaban. Y ¿qué decir de las promociones?

¿Serán verdad esas frases del inicio? Porque,  en definitiva, ¿qué es una web, sino un almacén de contenido? Desde la navegación, pasando por cualquier texto en cualquier página, cada imagen, cada video, sonido, slide, pdf. Naturalmente, los post de Facebook, las entradas del blog, si es que la empresa lo tiene, los tweets. Las aplicaciones móviles ¿Me dejo algo? Seguro que sí.

Todo es contenido en una web. No nos confundamos pensando que  es solo texto. Es texto, por supuesto, pero es también todo lo demás, y en soportes variados.

A veces tengo la sensación de que hasta que no han existido las redes sociales, no se había puesto de manifiesto esta realidad. Hasta que los propios consumidores han creado contenido para nuestras webs, con sus conversaciones, sus seguimientos, sus interacciones con nuestras páginas.

A los clientes primero se les vendía lo que se producía. Generalmente se les contaban las características generales del producto y era suficiente. Pero el marketing evolucionó. Luego se les empezaron a contar historias donde podían verse reflejados e imaginar cómo serían sus vidas con los productos que se les ofrecían. Sin embargo hoy son los consumidores los que nos dicen cada día lo que les gusta y lo que no, lo que quieren y lo que no. Y lo definen, lo crean, lo comentan y lo comparten. Y nos lo dicen. Solo tenemos que escucharles y hacerles caso.

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